En
mi twitter cuento muchas cosas que, a veces, rayan en lo cotidiano. Pero la semana pasada me sugirieron hacer un post con esta historia.
Una de mis reglas personales es que, si compro algo, también algo debe salir de mi guardarropa. Pero hace mucho que no salgo de shopping y, sin duda, la limpieza tenía que ser profunda porque, claro, tampoco me había puesto a revisar el contenido de mi armario. Pero llegó la oportunidad perfecta.
Resulta que he estado de mudanza de casa, lo que me ha hecho revisar mi clóset con lupa porque, definitivamente, hay muchas prendas en muy buen estado que ya no me quedan (noticia feliz porque me hacía falta bajar de peso, lo que he logrado, woo hoo!) y otras que, por negligencia, no había sacado aunque ya tienen un rato sólo acumulando polvo.
Separé la ropa en dos montones generales: la que está en buen estado pero que sé que en una institución le darán más uso provechoso, y la que, además de estar en buen estado, es más "fashionista" y conozco más de una persona de mi círculo cercano que podría felizmente usarlas.
El primer montón lo doblé, ordené y está ya donado. El segundo, decidí ofertarlo a mis amigas y familia, pero no precisamente con fines de lucro, sino que pueden elegir lo que quieran y dejar un donativo -lo que decidan que pueden y quieren pagar por las prendas- avisándoles mi plan: lo que salga de estas "ventas" no me lo voy a quedar yo, sino que se irá dividido a la mitad a dos proyectos sociales: uno es pro ayuda a mujeres y niños víctimas de violencia doméstica, y el otro a un proyecto de rescate y cuidado animal. Ambas situaciones me entristecen muchísimo y admiro a quien se entrega a evitarlas con educación y readaptación.
¿Por qué decidí hacerlo así? En primer lugar, porque es difícil para mi poner precio a mis cosas usadas -ya he intentado varias ventas de garage que no salen muy bien-, especialmente cuando espero que lo compren mis círculos cercanos; en segundo, porque son cosas que yo ya no puedo aprovechar y personas que quiero, sí, pero que yo sé que no anda el asunto económico de lo más holgado, y prefiero que las disfruten ellas. Y, en tercero, siendo muy honesta, también me hacen un favor llevándoselas porque no hay peor inversión de espacio que tener un clóset lleno de nada que ponerse, ¿verdad? La idea de donar el dinero surge de saber que es una manera de, en conjunto, hacer una pequeña diferencia en la vida de más personas -o animalitos- lo que hace sonreír a mi corazón.

Yo aproveché la coyuntura de la mudanza, pero cualquier pretexto es bueno para hacer limpieza de clóset y casa: acumular sin ton ni son es de lo menos trendy, crea desorden exterior y eso lo introyectamos también en nuestra persona. El orden, aunque no sea exquisito e impecable, da paz.
Aquí, unos tips de cómo hacerlo más eficientemente.
1. Divide y vencerás: no intentes acabar con todo lo que tienes en un solo día; mejor, un día decide sobre los zapatos, otro sobre los pantalones, después sigue con blusas y camisas, etcétera.
2. Comienza por las prendas que tienes arrumbadas en el rincón, que guardaste desde el invierno pasado y que ya ni recuerdas que tienes. Pista: suelen estar en la parte alta, en cajas o bolsas y hace más de 6 meses que no ven el sol.
3. Mientras vas haciendo espacio, reordena las prendas por tipo, de modo que no sólo haces limpieza, sino también reorganización gracias a que tienes más cupo para lo que se queda.
4. Si hay prendas de las que no quieres deshacerte, pero definitivamente estarán guardadas hasta la siguiente temporada en la que aplique usarlas (las de verano que piensas reusar en el 2012, por ejemplo), considera guardarlas en las bolsas para almacenar al vacío. Se cierran herméticamente y se les saca el aire con una aspiradora o presionándolas, de modo que sale todo por una válvula que no permite que regrese, así que quedan protegidas del polvo y, además, ¡plana! Perfecto para guardarlas abajo de la cama. Lo mismo aplica para cobertores o almohadas que no estés usando. Las bolsas las compras en tiendas de hogar o en almacenes como Costco. Como tip extra, confieso que yo me las he llevado en la maleta cuando viajo: no se reduce el peso -¡chin!- pero todo cabe muchísimo mejor.

5. Limpia tu clóset de polvo, pero también de ganchos de alambre, aprovechando la ocasión. ¡Están diseñados sólo para que la ropa salga de la tintorería! Es una inversión inteligente comprar ganchos de madera o forrados con terciopelo, porque conservan adecuadamente la forma de la ropa, sin deformarla.
6. Otra opción para deshacerte de las prendas es hacer una
swap party. Yo ya participé en una y fue sumamente divertido: las personas llevamos nuestras prendas a casa de una amiga y ahí, sin que mediara dinero, tomamos lo de alguien más, dejando que lo nuestro se fuera a nuevas manos. Es un ganar-ganar maravilloso.
Y tú, ¿haz hecho limpieza de tu clóset? ¿Qué haces con las prendas que salen de él?